Tú, en Cuya Presencia mi Alma es

 


Tú en cuya presencia mi alma es feliz
a quien clamo en toda aflicción;
consuelo de día, y de noche mi luz;
mi Dios y mi gran salvación.


Oh, dime, ¿en dónde tu grey va a pacer
contigo los pastos de amor?
¿Mi alma en el valle de muerte ha de ver
extraviada de su buen pastor?.


¿Por qué he de vagar extranjero de ti
llorando de necesidad?
Escarnios y burlas harían de mí,
los que odian al Dios de verdad.


Devuelve a los tuyos la luz de tu faz
aliéntanos en la aflicción;
que en mi alma afligida irradie tu paz,
cual dulce señal de perdón.


¡Él mira! Y resuena por la inmensidad
angélica voz de placer.
¡Su voz! Al hablar llena de eternidad
con mil ecos de gloria y poder.


Mi fiel salvador, he oído tu voz,
contemplo, encantando, tu amor;
suspiro ardiente, seguirle en pos,
y amarle, mi tierno pastor.

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